I OFTEN OVERLOOK BOUNDARIES; I AM ONE WITH EVERYTHING.

❝ 28o2. ❞

| Empezó a escribir y a recordar, no sabe el orden correcto porque no importaba el modo y mucho menos la razón. Así letra tras letra fue naciendo, bit tras bit, llenando un espacio que realmente no existía, desordenando un poco más el mundo y con ello sus dedos.

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2013年7月1日
◔ 23:06 // ✎ 0 comment(s)
❝ [FF] Nameless Rabbit (1/2) ❞

Título: Nameless Rabbit.
Autor: Mo.
Pareja: Onew/TaeMin.
Fandom: SHINee.
Género: AU, fantasía y un poquitito de angst.
Rating: PG.
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El príncipe y el conejo. Oye, ¿también te ha alcanzado la melodía?


Boca arriba sobre el pasto un día de primavera. No, no le gusta la primavera, pero ahí esta. La yerba pica en su espalda y él solo se remueve más. Aún si no le gustara, era su cumpleaños y así estaba bien.

Las nubes grandes y esponjosas están tan bajas que parecen querer comerse su rostro. Y se ríe ante el pensamiento. ¿Se sentiría de alguna manera en particular ser comido por algo dulce?, porque las nubes lo son. Su madre siempre le cuenta historias de ellas, de lo difícil que es tocarlas y de lo mucho que la gente intenta comerlas. Pero TaeMin no debe preocuparse por cosas tan mundanas como aquellas. No él.

Desde la alta colina el chico podía ver el territorio total que abarca el reino de su madre, entonces una melodía emerge de algún lugar de ahí abajo. Presta más atención y escucha algunas flautas. Aún recostado trata de imaginar qué se recrea con sólo escuchar la música...

Aún piensa que las nubes siguen queriendo comerle.

Con lentitud pero gracia se pone de pie, sacude sus cortos pantalones y toma la corona que antes reposaba consigo en la grama; la acomoda sobre su cabeza con la exacta inclinación que todo príncipe debe usarla, y de un salto empieza a correr colina abajo en dirección al pueblo.

En el camino algunas flores y yerbas se pegan a sus pantalones.

De verdad que no le gustaba la primavera.

Una vez abajo, camina entre el pasto siguiendo nota por nota, hasta llegar a la calle. A medida que se acerca al bullicio cada sonido parece ser más dulce, casi tan dulce como imaginaba de las nubes que comerían su rostro allá, en la colina. TaeMin ríe de nuevo.

Luego de caminar varias cuadras llega a la calle principal.

¡BOOM!, ¡CLACK!, ¡WOOOSH!

Instrumentos de formas extrañas regalan sonidos que en conjunto se entrelazan para formar una música alegremente colorida. Personas y animales cantan, bailan, tiran caramelos; se empujan entre sí, y vuelven a cantar. Parecía una celebración y TaeMin nunca había visto una similar. TaeMin nunca había visto una celebración, ni siquiera siendo ese día su cumpleaños.

Con temor de perder su corona, la guarda en uno de los grandes bolsillos de los costados de sus pantalones. Era algo que no podía permitirse.

Vuelve la mirada a la caravana que pasa frente a sí y se pregunta, ¿también podría yo participar? pero no lo dice en voz alta, la inquietud rebota de un lado a otro de su cabeza. Sigue mirando tratando de memorizar movimientos de lo que parecían pasos ya montados y que todos seguían. El pequeño frunce el entrecejo.

- Digidigidigidigi - le canturrea alguien al oído, para luego sentir como pasa de un salto por encima de su cabeza hasta la calle y sí unirse a la fiesta.

El conejo le sonríe y saca su lengua. TaeMin frunce el entrecejo, ¡hum! gruñe, ¡qué molesto!

La inquieta mirada se fija en el chico, para luego tomarle de improvisto y obligarle a integrarse al baile. TaeMin no necesita mucho tiempo para moverse tan bien como los demás personajes que le rodean, incluido el propio animal que salta tomándole de las manos. Colores, música, todo era tan empalagoso; incluso el conejo con su sonrisa.

Pudieron haber pasado minutos, horas o simples segundos que fueron irrelevantes para TaeMin. Este se sentía absorbido por la vivacidad de aquel animal. Dentro, su corazón se sacudía ¿era eso sentirse comido por algo dulce? Sólo podía sonreír más, sentía que conocía a ese conejo.

Al rato el molesto conejo le abandona y se va dando saltos sin, quizás, percatarse de que era seguido.



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Arriba y abajo, su panza sube y baja. Vuelve a subir y a bajar, TaeMin lo observa.

El conejo estira sus extremidades y con una de sus patas se rasca una oreja, aún dormido. TaeMin sonríe y con malicia se acerca; el conejo llevaba apenas un cuarto de hora roncando.

"Conejo inquieto, conejo inquieto" se repetía el pequeño una y otra vez. Se había pasado todo el día detrás de él; lo había seguido a todas las casas que había visitado -sabrá el conejo porque hacía eso-, a la de un par de animales y un poco más de personas. Tan agotador que TaeMin había terminado por olvidar regresar al castillo.

Era de noche y seguía viendo al conejo saltar de aquí para allá. Aunque en un principio se le había hecho complicado seguirle el paso -ni a comparar los saltos de aquél y los pasitos del pequeño- al final se había rendido a los pies de un árbol color cereza.

TaeMin apenas había podido alcanzarlo hasta allí, en el trayecto casi se desvía..., y no había perdido de vista al conejo por lo patoso que era. Se tropezara cada tanto, y eso sí que era mucho. Tal cosa lo había ayudado de cierta manera, en gran medida.

Volvió a sonreír. Quería ese conejo molesto para él, le comandaba su caprichoso cerebro.

"Vas a venir conmigo conejo, ¿verdad? Conejo, vas a venir al castillo. ¿Verdad, conejo...?" habló quedito, en cuclillas cerca del animal.

Las orejas de éste se movieron, al mismo momento en que gruñía aún con los ojos cerrados.

"Sí vas a hacerlo conejo, lo sabes ¿cierto?" segundo gruñido "No conejo, escúchame..." apretó sus manos a la tela de sus pantalones; "vendrás conmigo, ¿sí? Lo harás porque yo quiero que así sea conejo, así va a ser..."

Y de un salto el animal lo empujó lejos de sí, sin aviso ni gentileza alguna. Ya no parecía tan dulce a los ojos de TaeMin.

Un gruñido aún más fuerte acompañó sus pasos, pasos que eran puros crujidos de hojas..., pero algo lo detuvo.

El pequeño lloraba detrás de sus palmas.

Moviendo sus orejas el conejo intentó prestarle atención a sus murmullos, parecían no tener coherencia.

¡El conejo lo despreciaba! Era tarde y probablemente no podría volver a su hogar con su madre... ¡La reina! TaeMin tenía 8 años pero sabía que su madre estaría hecha un manojo de nervios. Y lloró más, más fuerte. Un llanto con más sonidos incoherentes que el anterior, lo que asustó al conejo, hasta que algo en el piso llamó su atención.

"¿Príncipe?" habló por primera vez en todo el día. En las manos llevaba una corona.. ¿su corona?, ¿qué hacía con ella?

TaeMin palpó sus bolsillos por encima, y sí, efectivamente estaban vacíos. De seguro se habían salido del empujón de hacía segundos.

Con el entrecejo fruncido el animal le devolvió el objeto, ahora avergonzado. Quiso disculparse por el golpe, pero no vio le vio la importancia suficiente..., creía eso.

TaeMin siguió llorando, desde que el conejo desapareció detrás del árbol de cereza, hasta más de media hora luego, en la que el mismo volvió con semblante consternado.

"¡Bien principe! Vayámonos al castillo..." hizo el amago de gritarle, pero ese rostro rojo y mojado de tantas lágrimas le hizo flaquear. Y TaeMin lo notó.

Una hora de caminata -montado en la espalda del conejo- que había sido casi tan corta que al llegar de nuevo al portón de su "hogar" podía oler del árbol cereza.

"Conejo... ¿Te quedarás conmigo?"

"No, príncipe"

"¿Por que, conejo?"

"Usted tiene a los reyes y a muchos leales sirvientes. Hay casi tantos sirvientes como la cantidad de personas que tiene el pueblo, príncipe..."

"Conejo, pues si quieres todos ellos se pueden ir..."

"No sabe que dice, sólo váyase..."

"Conejo, conejo, conejo... Conejo molesto..." murmuraba sin formular alguna oración coherente "¿prometerás esperarme en la próxima celebración?"

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TaeMin odia a la primavera, y la seguía odiando tanto como siempre. Y mucho más, como su madre podía observar.

Así pasaron los años, el odio no se hizo más grande, mucho menos más pequeño. Sólo seguía allí, acompañándolo. A pesar de eso las cosas no cambiaron, sólo creció y se hizo un muchacho fuerte. Estudió lo que pudo, porque solía flojear lo que el maestre le permitiera, y con el tiempo el muchachito de 8 años se vio reemplazado por uno alto y delgado, de músculos firmes y de movimientos ágiles. Lo único que no podría irse jamás eran sus comandos caprichosos. No importa cuantas sonrisas dulces lo enmascararan, seguía siendo el niñito inquieto de siempre. Aquel que odiaba la primavera.

"Mi amor, TaeMin..." comenzó diciendo su madre, cándida y polvorosa como siempre. Sabía por donde iba. Eran las mismas advertencias de todos los años. Que podía y qué no podía hacer a partir de ahora era fútil porque terminó por ignorar todas las palabras de su madre al final del día.

¿Cuántas celebraciones hacían pasado? No se había detenido a pensar. Quizás unas 10... ¿Y si se había olvidado de él?

Una vez pisó colina abajo miró en todas las direcciones. Era algo tarde, pero le gustaba creer que aún tenía algo de tiempo. ¿Dónde estaba la música y los animales exóticos?, ¿se había equivocado de día?, ¿de estación?, ¡oh, no! La odiaba tanto que lo sentía en la piel. Era el primer día de primavera, no había error.

Se encontró dando vuelvas hasta que dio a parar en un grueso árbol de cerezo idéntico a la última vez que lo había visto, y debajo de sus ramas había alguien durmiendo. Eso parecía, porque la luz de la luna no le ayudaba demasiado a discernir. Tenía que acercarse, por supuesto, pero con cuidado y silencioso. Ya no era patoso como antes, podía lograrlo, ¿verdad?

Entonces el intruso abrió los ojos. ¡Era una persona! Fruncía el ceño y le miraba desconfiado, por como recogía las piernas y los brazos parecía dispuesto a irse de carrera.

"¡Espera!" levantó los brazos como si fuera tomarlo para detenerlo allí, y la otra persona lo entendió. "¿Eres... de aquí?, ¿dónde están los animales?, ¿sabes?" empezó a sonreír con viveza. "Ando buscando a un conejo, ¿lo conoces?, ¿habrán muchos por aquí? Este es grande y con un color castaño, como el de..."

¿Por qué aquel hombre tenía esa expresión? Parecía querer irse, aún más que antes, y parecía también tener algo de miedo. Sus ojos brillaban y se mantenían de un lado a otro escapando del rostro de TaeMin.

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